Las momias de Guanajuato son un conjunto de más de cien cadáveres conservados por causas naturales que fueron descubiertos en el siglo XIX en Guanajuato, ciudad del centro de México. La historia de estas momias se remonta a 1833, cuando la ciudad fue azotada por un brote de cólera. Treinta años después de la epidemia, el cementerio estaba lleno a rebosar, y algunos de los cadáveres fueron exhumados para poder enterrar los más recientes. Fue en esta época cuando se descubrió que algunos de estos cuerpos estaban momificados como consecuencia de las condiciones extremadamente secas del terreno. Se exhumaron aún más de estas momias, y finalmente el lugar en el que fueron almacenadas se convirtió en el Museo de las Momias de Guanajuato.
Pago de tasas o desalojo de tumbas
En la década de 1860, la ciudad de Guanajuato afrontaba un serio problema: su cementerio estaba alcanzando su máxima capacidad. Por esta razón, se decidió que se impondría una tasa a los parientes de los individuos enterrados en él. Esta tasa se cobró desde 1865 hasta 1958, y su importe era un total de 170 pesos en un solo pago o una cuota de 50 pesos anuales durante tres años. Pagada esta tasa, las autoridades dejaban al difunto en paz. En caso de no hacerlo, sin embargo, la consecuencia era el ‘deshaucio’ del cadáver de su tumba.
Por desgracia, la mayoría de la gente no podía permitirse pagar la tasa o sencillamente decidió no hacerlo. A consecuencia de ello, el 90% de las tumbas fueron desalojadas con el paso del tiempo. El primer cadáver en ser ‘deshauciado’ al parecer fue el de un médico francés llamado Remigio Leroy. Al ser este médico un extranjero que murió cuando estaba de visita en Guanajato, es muy probable que las autoridades no consiguieran ponerse en contacto con sus deudos para informarles del nuevo sistema de tasas. De este modo, su cadáver fue el primero en ser retirado de su tumba.
Una de las momias del Museo de las Momias de Guanajato (México). (Public Domain)
El sorprendente hallazgo de las momias
Para asombro de todos, cuando el cuerpo de Remigio Leroy fue exhumado el 9 de junio de 1865, se descubrió que se encontraba bastante bien conservado. A medida que se iban desenterrando más momias de este tipo, las autoridades de Guanajuato se vieron obligadas a plantearse qué hacer con ellas. Fue entonces cuando se decidió que las momias serían realojadas en un osario situado en el subsuelo del cementerio. En el caso de que sus parientes acabaran pagando la tasa, se les permitiría reclamar los restos de sus seres queridos para enterrarlos de nuevo. Parece ser que muy pocos, si es que alguien lo hizo, pagaron la tasa, de modo que muy pronto el osario se fue llenando de momias.
- Las Catacumbas de los Capuchinos de Palermo
- Enterrados de nuevo los restos del obispo momificado en cuyo ataúd había un feto
Algunas de las momias del museo de Guanajuato. (CC BY SA 4.0)
Muy pronto se corrió la voz de la existencia de este ‘almacén de momias’, y la gente empezó a acudir al cementerio con la intención de contemplar los macabros restos almacenados en el osario. Los trabajadores del cementerio vieron en este interés una oportunidad para conseguir unos ingresos extra, y comenzaron a cobrar pequeñas cantidades a la gente que deseaba acceder al osario para ver las momias. Fue así como nació el Museo de las Momias de Guanajuato. Aunque la tasa sobre las tumbas fue derogada y la práctica de desenterrar cadáveres prohibida en 1958, las momias de Guanajuato continuaron formando parte del nuevo museo.
Una famosa atracción turística
En 1970 se estrenó una película de terror mexicana titulada Santo vs. las Momias de Guanajuato. En la película, un luchador llamado Santo se enfrenta a las momias de Guanajuato, que habían vuelto mágicamente a la vida. Gracias a esta película el museo pudo consolidar su posición como atracción turística mexicana.
La actitud de los visitantes hacia las momias ha variado con el paso del tiempo. Tratadas en un principio como inquilinos de un cementerio de cuyas tumbas sus parientes no pagaban el alquiler, las momias despertaron poco a poco el interés y la curiosidad del público. Sin embargo, a lo largo de los años los visitantes han ido adoptando una actitud cada vez más respetuosa hacia estos restos humanos
Como muestra de esta evolución, durante muchos años las momias simplemente se apoyaban en las paredes del osario para que los vivos pudiesen contemplarlas. En la actualidad se han habilitado urnas de cristal para mayor seguridad. También se han realizado recientemente estudios científicos en algunas de las momias para saber más acerca de estos individuos.
Momia de un bebé. Museo de las Momias de Guanajuato. (CC BY SA 4.0)