Durante los años ochenta, un oso se hizo famoso por su particular forma de morir, pues este se había comido un total de 20 kilogramos de cocaína, la cual era transportada por un narcotraficante en una avioneta.
Esta leyenda, que tiene nombre propio, convirtió al oso en toda una celebridad en los Estados Unidos ochenteros y noventeros, a tal punto de que este tuvo distintos destinos con el paso del tiempo.
Artistas, traficantes de drogas y reservas naturales han tenido a este oso en sus manos y cada quien, a su modo, le ha asignado valores según la necesidad: búsqueda de suerte, lujo o dinero.
Durante el año 1985, en el estado de Kentucky, en el norte de los Estados Unidos, un adulto mayor, cuyo nombre era Fred Myers, despertó repentinamente en su casa gracias a un ruido que sintió fuera de su casa, lo cual le aterró.
Debido al susto, procedió a dirigirse a la puerta principal de su casa, y salir para averiguar qué fue lo que lo despertó. Para su sorpresa, al abrir la entrada de su casa, encontró a un hombre muerto.
Dicho cuerpo parecía de película o de serie de narcotraficantes, pues vestía un chaleco antibalas, mocasines de marca Gucci, gafas de visión térmica; tenía una enorme maleta y un paracaídas. Ni corto, ni perezoso, Myers llamó a la Policía de su estado para que pudieran averiguar lo que pasó con ese hombre muerto.
Al llegar las autoridades, estas encontraron dos armas de fuego de corto alcance, un par de cuchillos, cuerdas, provisiones y 4.500 dólares estadounidenses de la época (57.791.094 pesos colombianos en la actualidad).
No obstante, lo que genera más curiosidad era lo que había dentro de esa enorme mochila. El impresionante hallazgo fueron más de 15 millones de dólares en cocaína.
La Policía de Kentucky creó la hipótesis de que dicho hombre, mientras seguía con vida, saltó de un aeroplano, pero al no funcionar el paracaídas, terminó falleciendo por la fulminante caída. Dicho cuerpo fue identificado como el de Andrew Thornton, quien fue oficial de narcóticos y abogado.
Thornton acabó su carrera en las leyes para incursionar por fuera de ella, convirtiéndose en narcotraficante y contrabandista. En ese entonces, estaba trabajando para una red de tráfico de drogas y mercancías del estado de Kentucky, conocida como ‘La Compañía’.
¿Qué tiene que ver un narco con un oso?
Tres meses después, en el bosque nacional de Chattahoochee, en el estado de Georgia, la guardia forestal encontró el cuerpo sin vida de un oso negro. El cadáver del animal se encontraba rodeado por 40 paquetes de cocaína, todos abiertos.
Las investigaciones posteriores aseguraron que aquellos paquetes contenían la droga antes de que el oso los encontrara. Además, dedujeron que Thornton había arrojado la cocaína del avión, pues iba bastante cargado.
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Era de suponer que el traficante tenía la intención de recuperar los paquetes, apenas llegara a salvo a tierra. Posiblemente, se habría encontrado al animal, por lo que, su final indudablemente sería trágico.
Para corroborar los hechos relacionados con el oso, su cadáver fue llevado a la Oficina de Investigación del estado de Georgia, donde procedieron a abrir su estómago para poder examinarlo.
El hallazgo fue predecible: el oso se había comido la cocaína.
Los forenses relacionaron su muerte a varias patologías: hemorragia cerebral, insuficiencia renal y cardiaca, derrame cerebral e hipertermia. Todo al mismo tiempo, por lo que su muerte era inminente.
La conspiración de Bluegrass
La historia de Thornton y el oso fue conocida como ‘La conspiración de Bluegrass’, por los medios estadounidenses, los cuales bautizaron al oso como ‘Pablo EscoBear’, en alusión al difunto narcotraficante y político Pablo Escobar Gaviria, quien llegó a controlar más del 80 por ciento de la cocaína que entraba al país de las barras y las estrellas, durante los años ochenta.
La leyenda del oso ‘cocainómano’ se extendió a tal nivel en Norteamérica que se convirtió en una de las principales atracciones del parque, pues familias enteras llegaban a ese lugar solo para ver al oso.
También se convirtió en una pieza muy apetecida por todos lados: desde personas hasta colectivos enteros estuvieron interesados en poseer el cuerpo disecado de ‘Pablo EscoBear’.
No obstante, se descubrió que uno de los amigos del médico forense había recibido como regalo el cuerpo del oso. Dicha persona se dedicaba a la taxidermia (oficio enfocado en la disección de animales para preservar sus cuerpos con apariencia de vivos). Él se encargó de disecar al cuerpo del animal para luego donarlo al Área Nacional de Recreación del río Chattahoochee, que lo expuso para las visitas del bosque.
No obstante, el final del oso no fue feliz, pues a inicio de los años noventa, un incendio aquejó al bosque, lo que obligó al personal a trasladar el cuerpo disecado del ‘Pablo EscoBear’ a un almacén para mantenerlo a salvo. Sin embargo, un mes después de estar oculto, un desconocido tomó al oso y lo vendió a una casa de empeños.
El dueño de dicha casa comercial vendió el cuerpo del oso a Waylon Jennings, un cantante de música country, quien luego se lo obsequió a un amigo suyo que vivía en Las Vegas, llamado Ron Thompson, famoso dealer de dicha ciudad. Thompson puso al oso en exposición en su mansión a las afueras de la ‘Ciudad del Pecado’ hasta el año 2009, cuando pasó a mejor vida.
Se rumoreó que Thompson era capaz de mantener conversaciones con el cuerpo disecado del oso, pues el hombre veía a ‘Pablo EscoBear’ como un amigo muy confidente, convencido que el oso hacía milagros. Actualmente, no se sabe cuál es el paradero del único oso en el mundo que murió por una sobredosis de alcaloides.